En un contexto económico salpicado de incertidumbre en el que es complicado realizar previsiones acertadas incluso a corto plazo, hemos realizado una encuesta entre sus empresas afiliadas para conocer cuáles son sus previsiones para 2024: el 61,5 % considera “negativa” la evolución económica en España en 2024 de cara al impacto en la demanda de servicios de transporte de mercancías por carretera. Una previsión poco halagüeña que se ve agravada en el terreno de la sostenibilidad económica de estas empresas por el continuo aumento de sus costes, un apartado en el que prácticamente todas coinciden: el 96,2 % de estos grandes operadores de transporte augura en 2024 una subida “significativa” de sus costes generales de operación, especialmente los operativos.
«La actividad económica está íntimamente ligada al trabajo de los camiones pesados, por lo que se podría decir que este sector es el “termómetro de la economía”», explica Ramón Valdivia, vicepresidente ejecutivo de ASTIC y miembro del Comité Ejecutivo de Presidencia de la Organización Internacional del Transporte por Carretera (IRU). ASTIC aglutina a más de 240 grandes empresas españolas ligadas al transporte por carretera que cuentan, de media, con flotas de 120 vehículos pesados por organización, cuya ‘edad empresarial’ media es de 33 años y cuya facturación anual ronda los 41 millones de euros anuales. Históricas y grandes compañías que dan empleo a alrededor de 25.000 trabajadores y representan el 19,5 % de la facturación anual del sector.
Estas previsiones podrían verse agravadas por las consecuencias económicas derivadas de los recientes bloqueos y ataques a camiones españoles en Francia durante las dos semanas en las que los agricultores galos han realizado cortes indiscriminados de carreteras en su red viaria a finales de enero; en muchos casos, tirando e incluso quemando sus mercancías y amenazando e intimidando a sus conductores. Unos hechos a los que ahora se suman en nuestro país las movilizaciones convocadas por las organizaciones agrarias Asaja, COAG y UPA, que ya están provocando un auténtico caos en nuestra red de carreteras.
En relación a las posibles movilizaciones de algunos grupos en los próximos días, Valdivia confía en que «el Estado español, a diferencia de lo que hizo el francés, garantice la libre circulación de mercancías por todo el territorio nacional y, por supuesto, la seguridad de nuestros conductores que cada día prestan servicio a la sociedad a bordo de sus camiones».
La tendencia de los costes disparados continúa
Según este sondeo, sólo el 23,1 % confía en que su actividad crezca durante 2024; mientras otro 23,1 % prevé que decrezca; y un 42 % no augura variaciones significativas entre 2023 y 2024. En relación a los costes, la gran mayoría de las compañías encuestadas (96,2 %) coincide en afirmar que en 2024 continuarán subiendo “significativamente”; sólo el 3,8 % no prevé que se produzca “un alza de costes importante”. Entre las primeras, el 77 % piensa que estos costes aumentarán entre un 5 y un 10 %; el 15,4 % prevé que subirán menos de un 5 %; y un 8 % de los encuestados opina que estos costes se incrementarán entre un 10 y un 15 %.
Según el último indicador europeo de tarifas de transporte por carretera que realizan IRU, Upply y Ti, publicado la semana pasada, los costes del sector han aumentado en todos los ámbitos durante los últimos tres años: mano de obra (+ 28,2 %), mantenimiento y reparación (+ 20,4 %), neumáticos (+ 21,6 %), piezas de repuesto (+ 13,5 %) y seguros (+ 8,7 %). Una base de costes inflada que añade presión al alza a las tarifas de transporte e impidiendo caídas de las mismas.
«En este listado de costes habría que añadir también los relacionados con las cotizaciones sociales, el precio de los camiones, el coste financiero y los nuevos peajes basados en las emisiones de CO2 que países como Alemania ya han puesto en marcha desde el pasado 1 de diciembre; un sistema tarifario hasta un 83 % más caro para los transportistas que el de antes», destaca Valdivia, quien añade que «todos estos costes disparados continuarán erosionando la capacidad de mantener los márgenes de las empresas españolas de transporte por carretera».
En relación a la facturación, el 42 % ve “poco probable” y “muy poco probable” que sus ganancias aumenten en 2024 respecto al pasado año, mientras que el 38 % de las compañías de ASTIC sondeadas consideran que sus ingresos crecerán “probablemente” y “muy probablemente”. El 35 % considera que la capacidad de su compañía para mejorar su margen de beneficio por servicio de transporte prestado en 2024 se contraerá respecto a 2023 (el 35 % cree que se reducirá alrededor de un 5 %; el 15,4 % prevé que se contraerá alrededor de un 10 %; el 11,5 % augura que se reducirá más del 15 % respecto a 2023; y el 31 % opina que mantendrá resultados); el 46 % prevé que no variará; el 11,5 % no está seguro y sólo el 7,7 % confía en que sus márgenes crecerán.
En el capítulo de la renovación de flotas, el 46 % sí planea renovarlas, pero sin aumentar el número de vehículos; el 19 % prevé renovar parte, pero reduciendo el número total de vehículos de su flota; otro 19 % no espera renovar, manteniendo en 2024 los mismos vehículos que el año pasado; y el 15,4 % restante sí cree que renovará y ampliará su flota. El 68 % prevé hacerlo en menos de 50 unidades y el 32 %, entre 50 y 149 unidades. En el apartado del personal, el 73 % no prevé aumentar su plantilla; el 15, 4 % sí cree que lo hará (de estos, un 67 % la ampliaría menos de un 5 %; un 22 %, entre un 5 y un 10 %; y un 11 %, entre un 10 y un 15 %); y el 8 % prevé reducir sus recursos humanos en 2024.
Los problemas del sector que más preocupan a los asociados de ASTIC encuestados son, por este orden, la escasez de conductores profesionales, el incremento de los costes sociales/laborales, la armonización legislativa europea y nacional, la falta de áreas de descanso y parkings seguros para camiones, la transición energética y los peajes. La dificultad para la renovación de flotas; la hiperregulación del sector y las imposiciones legislativas que conllevan un aumento de la burocracia; la eliminación de las ayudas al gasóleo profesional; y la pérdida de competitividad de sus plantillas son otros asuntos que también inquietan a estas empresas transportistas.